En el último artículo, hablaba sobre los principales errores que cometemos las personas a la hora de cambiar hábitos (relacionados con la alimentación, o no) y conseguir nuestros propósitos. Hoy, quiero ayudarte a que los consigas, y para ello te propongo una fórmula.
Por definición, objetivo es aquel fin o intento al que se encamina una acción. Dicho de otro modo, es la razón que nos mueve a actuar. Sin embargo, a menudo este objetivo resulta poco clarificador, y esta falta de concreción puede ser un obstáculo a la hora de pasar a la acción.
Para ayudarte con ello, y a que tu cabeza entienda lo que quieres exactamente, tenemos que ponérselo fácil. A continuación, vamos a ver unas premisas para definir objetivos de manera eficaz, y te ayude a estar un poquito más cerca de ese deseo.
Claves para la buena formulación de objetivos
Creer en una META positiva
¿Y esto qué quiere decir? Si tu objetivo empieza por la palabra “no”, piensa en cómo puedes darle la vuelta y exprésalo de forma afirmativa. Te pongo un ejemplo: quieres mejorar tu alimentación y crees que reducir el consumo de azúcar puede ayudarte. De modo que lo planteas con el siguiente enunciado, “no quiero comer dulces”. En su lugar, podríamos plantear algo así como “quiero reducir mi consumo de chocolate”. ¿Cómo lo ves? Parece más claro, ¿verdad? Estupendo. Ahora vamos a ver qué significa esa fórmula:
M edible: es decir, piensa en algo que puedas utilizar indicadores para evaluarlo.
E specífico: que sea lo más concreto posible
T emporalizable: que puedas poner plazos aproximados para alcanzarlo
A lcanzable: que sea racionalmente posible
Si tomamos como ejemplo el propósito del que hablábamos antes, el objetivo quedaría algo así como:
No quiero comer dulces → Quiero comer 1 pieza de fruta a media tarde, y se convierta en un hábito dentro de una semana/mes.
En cuanto a los indicadores que pueden ayudarnos a medir este propósito, podemos pensar en la cantidad de fruta que se compra, o en el ahorro en la cesta de la compra porque ahora se dejan los dulces para ocasiones puntuales. O quizás podemos ir más allá y con el tiempo sentir que cada día tienes menos necesidad de dulce en la boca, e incluso observar cómo mejora la sensación de saciedad que hace que llegues con menos hambre a la cena.
¿Qué te parece? Plantearse así deseos y metas resulta más sencillo de ver. Te animo a que a partir de ahora cuando quieras cambiar algo pienses en algo como una META alcanzable.
Recuerda: Creer es crear
Espero que este post te haya inspirado a tomar decisiones más conscientes y realistas adaptadas a tus necesidades. Y si necesitas ayuda con tus objetivos de salud y alimentación, me encantará acompañarte en ese viaje.