Por qué es tan difícil cambiar hábitos

Enero y septiembre son los meses por excelencia donde la tendencia a revisar nuestros hábitos y objetivos se palpa con el estreno de una agenda, el Año Nuevo…

Entre los míos, está el recuperar este espacio virtual para hacerte llegar información que quizás pueda ayudarte en algún momento dado. Y quiero empezar con una serie de post sobre coaching y cambio de hábitos. Dos temas que me apasionan.Te deseo feliz lectura 🙂

Y es que muchas son las personas que se platean objetivos a estas alturas del año. Sin embargo, la mayor parte de ellas no llegan a conseguirlos. ¿Quieres saber por qué? ¡Sigue leyendo, que te cuento!

7 razones por las que resulta tan difícil cambiar hábitos

  1. Una de las principales razones por las que nos cuesta tanto cambiar reside en plantearse una larga lista de objetivos. Es maravilloso tener deseos que cumplir, pero antes de escribir, merece la pena tomarse un momento para reflexionar ¿qué es lo que realmente quiero? ¿para qué quiero conseguirlo? ¿Cuán importante es para mi este objetivo? 
  2. Plantear los cambios o metas desde el “debo o tengo qué” en lugar de desde el “quiero”. Conectar desde la obligación solo nos puede poner las cosas más difíciles. De hecho, genera directamente un sentimiento de rechazo que difícilmente servirá para impulsarnos, sino más bien, para ponernos obstáculos. 
  3. Falta de concreción del objetivo/s. Un objetivo abstracto y poco claro se ha demostrado que no ayuda. Por ejemplo, quiero comer más sano. Pero, ¿qué es para ti comer sano? ¿qué puedes hacer para empezar a mejorar tu alimentación? Ahí está la clave para empezar 😉
  4. Olvidar conectar con los beneficios. Cuando aparezca la duda de si realmente quiero conseguir ese objetivo, preguntarse ¿qué gano con el cambio? ¿qué tiene de malo no cambiar? son preguntas poderosísimas para tomar consciencia. Este es realmente el primer paso. ¡Bendita conciencia! 
  5. Los motivos para el cambio están relacionados con la meta final, y no con el disfrute del proceso. Es cierto que el hecho de tener objetivos es lo que nos impulsa a movernos. Sin embargo, poner el foco en la meta sin aprender a disfrutar de cada paso hasta ella, puede ser un obstáculo. De hecho, es de las razones más frecuentes por las que la mayoría de personas terminan abandonando su objetivo. 
  1. El contexto, entorno y tiempo en el que se plantea no es el adecuado para favorecer el cambio. En este punto es importante identificar si el momento (espacio, contexto, tiempo) en el que te encuentras es el apropiado. Establece prioridades que se adecuen a tu realidad. De lo contrario, puede aparecer la frustración y la sensación de no ser capaz, cuando en realidad eso no es cierto.
  1. Querer que el cambio se produzca de la noche a la mañana. El eterno “lo quiero para ayer”. El momento social en el que nos encontramos donde prima el hacer, la productividad, tampoco favorecen el cambio. En este sentido, aprender a cultivar la paciencia, y reconocer que los cambios llevan tiempo y práctica, es importante para evitar caer en el abandono. -piensa si no en cómo llegaste a conducir sin que se te calara el coche-. Ahora lo haces de forma automática, ¿verdad?

Lo anterior podemos llevarlo a cualquier ámbito de la vida. En relación a la alimentación, y los objetivos que a estas alturas del año se plantean muchas personas, resulta clave reflexionar sobre los motivos que nos llevan a querer ese cambio (los “para qué”), y definir con claridad qué es lo que se quiere conseguir. Para ello, si estás en ese momento, te sugiero meditar antes estas tres preguntas:

¿Qué quiero mantener? ¿mejorar? ¿y minimizar?

De esta forma será más fácil visualizar ese/esos objetivos. Por ejemplo, es posible que quieras mantener tus comidas sociales el fin de semana, pero quieras mejorar tus elecciones (reducir la cantidad de comida y/o bebida…), porque crees que ello te puede ayudar a mejorar tu alimentación.

Creo firmemente que, si queremos conseguir cambios a largo plazo, debemos aprender a observar y prestar atención a nuestros pensamientos, señales, conductas…(lo que sería ir por la vida un poco a ralentí), para ayudarnos a tomar consciencia y actuar en base a unos criterios (necesidades y valores). 

Esto a muchas personas puede sonarles un tanto místico, pero nada más lejos de la realidad. Soy consciente de que no hemos sido educados sobre emociones, pero podemos tener pequeñas aproximaciones que nos ayuden a alcanzar un mayor bienestar.

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